No sabes cuánto me gustaría poder agarrarte de las solapas y sacudirte fuerte, tan fuerte que se te quitase el polvo de la chaqueta. Poder descorrer las cortinas, abrirte la ventana y dejar pasar el aire fresco a toda tu casa. Cogerte la mano y sacarte bajo la lluvia, empaparnos hasta el alma, y dejar que todas nuestras tristezas se las lleve el agua. Reconstruirte de nuevo pero no cambiarte en nada. Esperar contigo a que salga el sol y la naturaleza renazca. Llenar la vida de vida.
Luego, si tú quisieras, me marcharía.
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