miércoles, 30 de enero de 2013

Imaginando


El otro día, hablando de todo un poco con una religiosa y haciendo honor a que soy más mala que la quina, le decía que me gustaría que el Estado no le diera ni un solo céntimo más a la Iglesia. ¡¡Nada!! ¡Fuera la casilla de la declaración de la renta! ¡Fuera los colegios concertados de religiosos! ¡¡Todo fuera!! Pero no sólo en España ¡¡en el mundo entero!!

Quiero que por fin les den el gusto a los anticlericales (en esto al menos, los que deseen ponerse a quemar iglesias espero que recuerden lo que sucedió la última vez que se puso de moda...), que no haya nada de nada del Estado para la Iglesia. ¿Y para las ONGs de cualquier tipo y afición? Sí, sí, para esas sí. Sólo quiero que la Iglesia no tenga dinero para mantener su obra social. El que quiera curas que los pague, dicen, y aunque así lo hagamos ya, que quede claro...

Quiero, porque soy mala gente hasta límites insospechados (arderé en el Infierno porque no hay sitio peor, si no allí acabaría), que la Iglesia cierre todos sus comedores, sus albergues para indigentes, sus casas para madres, sus residencias de ancianos, sus hospitales, sus colegios, todos los dispensarios médicos (aquí y allende los mares), ¡¡TODO!! Lo quiero todo cerrado. Quiero darle gusto al personal que critica, que oye... a lo mejor tienen razón...

Pero de lo que más ganas tengo, debido al corazón reseco y atravesado que oculto en el pecho, es verles la cara cuando algún día necesiten de esa obra social, cuando el Estado diga que no puede asumir esa labor porque no hay dinero para hacerlo, cuando no haya plazas para escolarizar a sus niños, cuando sean viejos y no le importen a nadie y ninguna monja venga a darles la cena, cuando...

También quiero verles la cara (a los que tengan corazón) cuando se enteren de que los niños en la mayor parte de África vuelven a estar sin escolarizar, que de nuevo la mortalidad infantil asciende a un ritmo vertiginoso, que nadie cuida las leproserías ni a los terminales de SIDA, que nadie se hace cargo de los huérfanos, que los niños soldado no tienen ningún sitio a dónde ir, que...

Aunque la verdad es que lo que más me gustaría de todo, es que se librasen por un momento de su rabia, de sus miserias, e imaginasen todas estas cosas. Que la Iglesia con todos sus errores es un bien y que se uniesen al trabajo o se apartasen para no molestar...

1 comentario:

Trecce dijo...

Nada nuevo, al fin y al cabo, todo empezó hace dos mil años y ya Jesús predijo que esto no iba a ser un camino de rosas.