No quiero que te pienses que te quiero. Sólo “te quiero”
para los versos que te escribo o te leo. “Te quiero” en las canciones que
escucho pensando en ti o que canto para ti.
Pero no quiero mentirte: yo no te
quiero.
No quiero mentirte sobre lo que siento pero no sé cómo nombrarlo, porque ni si
quiera sé por qué a ti. Tal vez porque vino de la nada y camina hacia ningún
sitio.
Quizá si aquel día en vez de “no” hubieras dicho “sí” todo
sería distinto, entonces tal vez ya hubiera resuelto el misterio, o perdido el
interés, o tú y yo hubiéramos acabado con las ganas, o eso y lo contrario a la
vez...
Quizá si después de aquel día cuando dijiste “no” hubieses
sabido negar el “sí”, yo hubiera entendido sólo lo que a veces dices y sólo lo
que a veces haces, y no entendería también lo que otras veces haces y dices...
No quiero que creas que te quiero, porque no te quiero
mentir.
No te quiero, porque nos falta mucho camino que andar, si ambos
queremos, para poder conjugar el verbo amar. No te quiero, porque nos faltan
muchas conversaciones que hablar y muchos silencios que disfrutar. No te
quiero, porque nos faltan muchas horas de manos entrelazadas para acariciar.
No, no te quiero.
Pero para no mentir, también debo decirte que me muero de
ganas de recorrer esos caminos que nos separan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario